Chile: La carrera presidencial se polariza y se avecinan grandes cambios políticos
El 21 de noviembre, los chilenos acudirán a las urnas para elegir presidente, la Cámara Baja y cerca de la mitad de los miembros del Senado. Gabriel Boric, de la alianza de izquierdas Apruebo Dignidad, y el derechista J.A. Kast, de la coalición Frente Social Cristiano, son los favoritos para ganar la carrera presidencial según los sondeos de opinión, aunque estas predicciones deben tomarse con cautela, ya que las encuestas para las últimas elecciones en el país han demostrado ser muy inexactas. La victoria de Boric probablemente daría al país un marcado giro a la izquierda en materia económica, con impuestos más altos y un aumento del gasto público, así como una mayor atención al medio ambiente. En cambio, Kast propone reducir los impuestos y el tamaño del Estado, y hace hincapié en la ley y el orden. Sin embargo, ninguno de los candidatos tendría garantizada la mayoría parlamentaria, lo que podría frustrar su capacidad para aplicar sus plataformas políticas. Además, la aprobación de una nueva Constitución el año que viene podría condicionar en cierta medida la orientación de las políticas. Es probable que la incertidumbre sobre el contenido de la nueva constitución frene la inversión el año que viene, incluso después de que se forme un nuevo gobierno. El programa de Gabriel Boric sugiere recaudar impuestos adicionales por valor del 8,0% del PIB, mediante gravámenes adicionales a las rentas altas, el patrimonio, el medio ambiente y el sector minero. Este nuevo dinero se destinaría, entre otras cosas, a crear un sistema público de pensiones universal y a aumentar el gasto en sanidad y educación. Su programa también se compromete a reducir el déficit fiscal estructural “de manera gradual y sostenida”. Como el programa marca un notable alejamiento del modelo económico chileno de las últimas décadas, tiene el potencial de amortiguar el sentimiento empresarial -al menos a corto plazo- y, por tanto, perjudicar la inversión privada. Dicho esto, los esfuerzos por mejorar la calidad de los servicios públicos podrían impulsar el capital humano a largo plazo, mientras que la reducción de las desigualdades económicas debería calmar las tensiones sociales. J.A. Kast ofrece un enfoque radicalmente distinto: Propone un Estado “pequeño, fuerte y austero”, reduciendo el IVA del 19% al 17%, bajando el impuesto de sociedades del 27% al 17%, flexibilizando el mercado laboral, reduciendo la regulación estatal y aplicando una serie de medidas de ayuda a las PYME. Estas políticas podrían estimular la inversión y el crecimiento a corto plazo, aunque las desigualdades económicas existentes podrían aumentar aún más, lo que supondría riesgos para la estabilidad social, mientras que la calidad de los servicios públicos podría quedar aún más rezagada con respecto a otros países de la OCDE. Además, es probable que su postura política sea contraria a la nueva Constitución que salga el año que viene de la asamblea constituyente, que dictará un mayor papel para el gobierno. Dependiendo de la redacción exacta de la Constitución, el texto podría limitar el margen de maniobra de Kast para reducir el papel del Estado y podría provocar enfrentamientos entre el ejecutivo y el sistema judicial. Los candidatos más centristas, Yasna Provoste y Sebastián Sichel, también tienen posibilidades de obtener la presidencia, a pesar de que sus resultados están muy por debajo de los de Boric y Kast. Las políticas de ambos candidatos marcarían un punto intermedio entre las de los dos favoritos, con un mayor papel del Estado que en la actualidad, pero conservando elementos del actual modelo económico.
El próximo presidente se enfrentará a una serie de retos. En primer lugar, una mayoría parlamentaria en ambas cámaras del Congreso podría resultar difícil de conseguir. Dado el clima político cada vez más polarizado, esto probablemente obstaculizaría muchas de las propuestas políticas del presidente, como ha sido el caso del actual presidente Sebastián Piñera. Por otra parte, la presentación de un plan creíble para reducir el déficit fiscal y frenar el aumento de la deuda pública en relación con el PIB será importante para mantener la confianza de los inversores y preservar la calificación crediticia del país. En tercer lugar, la primera parte de la próxima presidencia se verá ensombrecida por la asamblea constituyente, que debe presentar un nuevo texto constitucional en julio de 2022 para su ratificación en referéndum. Sobre la nueva constitución, los analistas de la EIU comentan: “Nuestro escenario de referencia es que los votantes aprobarán la nueva constitución en el referéndum del próximo año. Sin embargo, existen riesgos para esta previsión, por ejemplo, si la nueva constitución está demasiado a la izquierda políticamente. En este caso, creemos que los votantes rechazarían por un estrecho margen la nueva constitución y que la actual seguiría en vigor. En este escenario, aumentaría la inestabilidad política, ya que la política se polarizaría aún más y podría producirse una oleada de protestas a gran escala, lo que plantearía importantes retos de gobernabilidad al próximo gobierno.”