En nuestro último informe especial en PDF, analizamos nuestras Consensus Forecasts para el balance fiscal y la deuda pública de EE. UU. a la luz de una serie reciente de cambios de política por parte de la administración Trump. A continuación, se presentan algunas conclusiones clave de dicho informe.
Deuda en aumento: La deuda pública estadounidense ha aumentado aproximadamente 30 puntos porcentuales como porcentaje del PIB en los últimos 15 años, pasando de poco más del 90 % en 2010 a más del 120 % en 2024. Este cambio ha llevado la deuda estadounidense en relación con el PIB de estar muy por debajo del promedio del G7 a estar por encima del mismo. El aumento se debe principalmente a un déficit fiscal persistentemente alto, que promedia más del 6 % anual. Los niveles de deuda serían aún mayores si no fuera por el sólido crecimiento del PIB real —el más rápido del G7— y la reciente alta inflación que reduce el valor real de la deuda. El déficit refleja el aumento del coste de los derechos sociales, la resistencia política a las subidas de impuestos y las importantes rebajas fiscales implementadas durante la primera administración Trump.
Las métricas fiscales seguirán siendo preocupantes de cara al futuro: Nuestras previsiones de consenso sugieren que el déficit fiscal de EE. UU. promediará más del 6 % del PIB hasta 2030 —la tasa más alta entre las principales economías avanzadas—, impulsado por el aumento del gasto en defensa, fronteras y pensiones, con escasa voluntad política para compensar las subidas de impuestos. A pesar de ello, se prevé que la ratio deuda pública/PIB se mantenga cerca del 120 %, ya que el sólido crecimiento económico real y la inflación persistentemente superior al objetivo ayudan a compensar el impacto de los aumentos anuales de la deuda de alrededor de 2 billones de dólares.
¿Es sostenible la posición fiscal de EE. UU.?: Se espera que EE. UU. cumpla con sus obligaciones de deuda en las condiciones actuales, con una ratio deuda pública/PIB relativamente estable e inferior a la de Italia y Japón; la condición de moneda de reserva del dólar sigue impulsando una fuerte demanda de deuda estadounidense. Los principales riesgos incluyen un posible fracaso del Congreso para elevar el techo de la deuda —aunque históricamente esto siempre se ha resuelto— y la erosión de la integridad institucional —como las amenazas a la independencia judicial o del banco central—, lo que socava la confianza de los inversores y dificulta la financiación del déficit.
Perspectivas de nuestros analistas:
Los analistas de EIU comentaron:
“Los ingresos públicos procedentes de los aranceles aumentarán, pero no lo suficiente como para compensar la pérdida de ingresos debido a las rebajas de impuestos. En consonancia con nuestra previsión arancelaria, también asumimos una WATR del 15 % a medio plazo. […] Aunque EE. UU. es capaz de cumplir con sus obligaciones de deuda, las tensiones políticas siguen siendo motivo de preocupación. El límite de la deuda se eliminó mediante la ley de presupuestos recientemente aprobada, evitando la inminente fecha límite para elevar el límite y ampliando la capacidad de endeudamiento de EE. UU. hasta 2028. Más allá de 2028, la continua polarización en el Congreso mantendrá viva la amenaza de un impago, aunque esta no es nuestra previsión base”.
Los analistas de ING afirmaron:
“Los déficits de EE. UU. se mantendrán amplios […], especialmente si consideramos el continuo aumento de 0,1-0,2 puntos porcentuales del PIB en el gasto relacionado con la demografía y cómo esto afectará la posición fiscal de EE. UU. Además, es probable que la combinación de aranceles y recortes de gasto relacionados con DOGE sea perjudicial para el crecimiento económico a corto plazo, lo que conlleva el riesgo de que las proyecciones oficiales de déficit y deuda sean demasiado optimistas”.
Nuestro último análisis:
- La Reserva Federal mantuvo la política monetaria en julio ante la incertidumbre arancelaria.
- La economía mexicana se mantuvo inesperadamente sólida en el segundo trimestre.