Hungría: El PIB repunta en el segundo trimestre
Según un segundo comunicado, el crecimiento anual del PIB subió al 0,1% en el segundo trimestre, por encima del crecimiento plano del primer trimestre, pero aún débil, lo que subraya el prolongado malestar de la economía húngara. En términos intertrimestrales desestacionalizados y ajustados al calendario, el PIB creció un 0,4% en el segundo trimestre, lo que contrasta con el descenso del 0,1% del trimestre anterior y evita por los pelos una recesión técnica.
La actividad interna sostuvo el impulso económico en el segundo trimestre. El consumo privado aumentó un 5,0% en el segundo trimestre, por encima del 4,1% del primer trimestre, impulsado por el aumento de las transferencias sociales. El gasto público mejoró hasta una expansión del 9,8% en el 2T (1T: +7,3% interanual). Por otra parte, la inversión fija disminuyó a un ritmo más suave del 7,0% en el segundo trimestre, frente al descenso del 10,1% del trimestre anterior.
En el frente exterior, las exportaciones netas lastraron el crecimiento del PIB por cuarto trimestre consecutivo en el 2T, y su contribución negativa fue la más acusada desde el periodo anterior a la pandemia. Las exportaciones de bienes y servicios se contrajeron un 0,9% en el segundo trimestre (-0,4% interanual en el primer trimestre). Por el contrario, el crecimiento de las importaciones de bienes y servicios se aceleró hasta el 4,0% en el 2T (1T: +0,1% interanual), marcando el mayor resultado en más de dos años.
Peter Virovacz y Zoltán Homolya de ING comentaron: «Basándonos en los detalles del débil segundo trimestre, las perspectivas a corto plazo para la economía húngara siguen siendo sombrías. Aunque la estructura de crecimiento será más equilibrada a partir del próximo año, la economía húngara seguirá dependiendo en gran medida del consumo. […] De cara al futuro, la débil confianza de las empresas y los consumidores siguen siendo las principales limitaciones de la economía húngara. […] Factores externos impredecibles como la geopolítica y los aranceles, así como las inciertas perspectivas de crecimiento mundial y local, frenan la actividad inversora. […] Aunque las intervenciones del Gobierno están impulsando directamente el crecimiento económico a través del consumo público y las transferencias sociales, aún no han dado lugar a un cambio duradero en la confianza de las empresas y los consumidores.»