El 1 de enero de 2026, Bulgaria adoptará el euro, convirtiéndose en el 21.º miembro del bloque monetario. Esta decisión se ha gestado durante años: más de dos décadas después de vincular su moneda —el lev, o «león»— al euro, y cinco años después de entrar en la sala de espera de la eurozona (MTC II), Bulgaria recibió luz verde en junio tras cumplir los criterios necesarios en materia de inflación, disciplina fiscal, estabilidad cambiaria y reforma institucional, a pesar de sufrir una grave crisis política entre 2021 y 2025.
¿Una victoria política o una apuesta arriesgada?
El euro supone una victoria simbólica e institucional para la actual coalición gobernante, pero también arriesgada. Varios partidos en el Parlamento se oponen a la transición, y el presidente convocó un referéndum pocas semanas antes de que Bruselas diera luz verde.
Una transición fluida podría consolidar a Bulgaria en el núcleo europeo y apoyar la estabilidad financiera. Sin embargo, si la transición es más complicada y la inflación se dispara, las consecuencias políticas podrían ser graves: algunos de nuestros panelistas prevén un riesgo significativo de colapso del gobierno tras la adopción.
Ganancias económicas pequeñas pero firmes
En términos económicos, la adhesión al euro traerá beneficios sutiles pero significativos. Bulgaria tendrá acceso a las facilidades de liquidez del BCE, a los programas de compra de bonos y a las estructuras de toma de decisiones, lo que respaldará la economía en tiempos de volatilidad. Nuestro consenso es que el crecimiento del PIB se mantendrá prácticamente estable hasta 2029 , con la adopción del euro amortiguando el impulso en medio de la creciente incertidumbre geopolítica y comercial.
La adopción del euro también eliminará el riesgo cambiario, reduciendo gradualmente los costes de financiación de los países soberanos y corporativos. Dado que Bulgaria aún se encuentra por detrás de sus pares de la eurozona en cuanto a rendimiento de los bonos y calificación crediticia, la eliminación del riesgo cambiario y el fortalecimiento de su perfil de deuda podrían contribuir a reducir la brecha; varias agencias de calificación han señalado posibles mejoras tras la entrada en el euro.
El comercio y el turismo verán ganancias incrementales
Nuestros panelistas prevén un repunte notable en el crecimiento de las exportaciones tras la adopción de la eurozona, a medida que se desvanezca el riesgo cambiario , lo que impulsará los flujos comerciales y turísticos con los socios de la eurozona. El euro también podría reforzar la competitividad de Bulgaria frente a vecinos no pertenecientes a la eurozona, como Rumanía y Polonia. Aun así, el impacto debería ser bastante limitado: la eurozona ya absorbe casi el 50 % de las exportaciones búlgaras.
El coco de la inflación
La incorporación de Bulgaria a la eurozona debería tener un impacto mínimo en los precios: Nuestros panelistas han mantenido, en general, sus previsiones de inflación para 2026-2029 desde enero . La inflación de Bulgaria debería mantenerse por debajo de la de la mayoría de los países vecinos no pertenecientes a la eurozona , que aún están expuestos a las fluctuaciones cambiarias. La reducción de los costes de financiación para las empresas búlgaras también debería limitar la inflación futura.
Aun así, la preocupación pública por la inflación sigue siendo alta. El recuerdo de la hiperinflación de la década de 1990, sumado a la retórica populista incendiaria, podría aumentar la sensibilidad a cualquier efecto menor en los precios derivado del redondeo y de los costos de conversión puntuales. Esto podría alimentar las expectativas de inflación, especialmente en el sector servicios, convirtiéndolas en una profecía autocumplida.
Siguen existiendo desafíos estructurales
El euro no es una panacea. Los desafíos estructurales de Bulgaria —emigración, corrupción, demografía débil— sobrevivirán al cambio de moneda y seguirán limitando el crecimiento del PIB durante la próxima década. Pero la adopción del euro anclará a Bulgaria en la UE, consolidará la credibilidad política y reducirá las vulnerabilidades externas. Por lo tanto, el euro se centra menos en la transformación inmediata y más en el desarrollo de la resiliencia económica y política en un momento en que ambas escasean.
La opinión de nuestros analistas:
Dennis Shen y Brian Marly de Scope Ratings dijeron:
Con la inflación bajo control, Bulgaria está en vías de adoptar el euro en enero de 2026, lo que reforzaría la estabilidad de una economía altamente euroizada, mejoraría la flexibilidad de la política monetaria y facilitaría el acceso de la deuda soberana a los mercados de capitales. La adopción de la moneda común por parte de Bulgaria impulsaría un crecimiento potencial de alrededor del 2,75 % anual y aceleraría la convergencia hacia el nivel de vida promedio de la Unión Europea.
Los analistas de EIU comentaron:
A pesar de la creciente inestabilidad política, esperamos que el gobierno permanezca en el cargo este año y garantice la entrada de Bulgaria en la eurozona. […] El partido de centroderecha Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), el mayor partido gobernante, ha declarado que el gobierno debe permanecer en el poder durante al menos 18 meses para garantizar una transición monetaria fluida, un plazo que coincidiría con las elecciones presidenciales previstas para el otoño de 2026.
Los analistas de S&P Global dijeron:
La ambición de adhesión a la eurozona ha proporcionado un importante punto de apoyo político para una gestión fiscal rigurosa, especialmente en tiempos de inestabilidad política. El presupuesto y los planes fiscales actuales apuntan a que los déficits se mantengan en torno al 3% del PIB de media durante los próximos tres años, lo cual parece alcanzable. Sin embargo, prevemos riesgos a la baja debido al aumento del gasto en defensa a partir de 2027 y a un posible menor crecimiento de los ingresos.